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viernes, junio 01, 2007

EL YUNQUE : Ultraderecha : México


NOTA DEL SENDERO DEL PEJE
Utilizan tres velas, un crucifijo y una bandera roja con el símbolo de la organización de ultraderecha conocida como El Yunque

Víctor Hugo Michel

Ciudad de México (31 mayo 2007).- "Cristo Rey, te ofrecemos nuestros trabajos", dice la congregación frente a tres velas, un crucifijo y una bandera roja con el símbolo de la organización de ultraderecha conocida como El Yunque. La escena forma parte de un video tomado durante una supuesta ceremonia de iniciación de la organización clandestina, en la que un recluta al que se identifica como "José Ramón Santos Loyola" presta juramento y recibe su nuevo alias: "Íñigo de Lópe".

Subido el pasado 27 de mayo a "Youtube" por un usuario que se identifica como "jfernandojim", el video muestra a media docena de personas vestidas con camisa blanca y corbata negra, tocados de una banda roja en el brazo izquierdo mientras rinden el juramento: "Dios, Patria, ¡Yunque!". A cada palabra, el orador golpea la mesa. Dividido en tres partes, el video, que ha sido visto en 14 ocasiones, arranca con una oración oficial en un sitio que el hombre que dirige el encuentro --media docena de personas le miran en posición de firmes-- define como el "mando regional del Yunque Centro Juan de Austria".

La sesión, según se desprende del video, fue realizada el pasado 17 de abril de 2007. Parte de los diálogos son inaudibles. Pero en otra sección de la grabación, cuya veracidad no ha sido confirmada, se puede escuchar claramente el diálogo entre el líder, el iniciado y los presentes. Un fragmento de la iniciación: "Señor y Dios nuestro, te ofrecemos nuestros trabajos en esta sesión, rogando que nos des fortaleza para evitar los peligros". En algún momento, el líder pide a una persona a la que llama "Rodríguez" traer al recluta. Se puede escuchar cómo se abre una puerta. Segundos después, el iniciado entra a la habitación.

El líder le da la bienvenida.

"Bienvenido al ejemplo de la lucha y del sacrificio por Dios y por la Patria, tu mereciste venir aquí, tú has sido elegido y a partir de hoy formarás parte de una casta de elegidos, nuestra lucha es la de los cruzados, la de los cristeros y la de muchos otros caballeros cristianos que a lo largo de la historia se han organizado para consagrar sus vidas a instaurar el reinado de cristo en la tierra", dice.

Continua: "El Yunque es una organización cívico política abocada a preparar a una aristocracia del espíritu que debe conducir y gobernar a México e Hispanoamérica según los dictados evangélicos. Somos una milicia y nuestra lucha exige reserva y disciplina". El dirigente, cuyo nombre nunca es revelado, sentencia que en esta "lucha" muchos compañeros "han muerto a manos del enemigo" por lo que la identidad de los integrantes de la organización se mantendrá en secreto. "En lo sucesivo serás un Yunque, serás firme como un yunque golpeado", dice el dirigente. El recluta besa, aparentemente, un crucifijo.

Hora de publicación: 23:30
VIDEOS
http://www.youtube.com/watch?v=SSGG_lgtpr4
http://www.youtube.com/watch?v=MnLQGqFq7Y0
http://www.youtube.com/watch?v=2fBTbAv9auo

sábado, febrero 03, 2007

Calderón en Davos, puro pragmatismo

carlos acosta córdova México, D.F., (apro).- Hace buen rato ya que América Latina no está dentro de las prioridades de la política exterior mexicana. Pero también es cierto que la globalización y la despiadada guerra comercial en el mundo hacen que la llamada “unidad latinoamericana”, en su sentido bolivariano, no tenga mayor acomodo en el mundo de hoy. Por tanto, es un exceso todo el ruido que se hace en torno de la confrontación entre Felipe Calderón y el presidente venezolano Hugo Chávez.

Chorros de tinta han corrido desde que a Calderón se le ocurrió descalificar, en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, a los gobiernos de Venezuela y Bolivia por sus afanes expropiatorios y nacionalizadores de sus industrias estratégicas. Que fue una estupidez del presidente mexicano; que qué barbaridad echarse encima a un peso pesado como Chávez; que qué necesidad había de buscarse broncas gratuitas; que fue una rudeza innecesaria; que está verde la canciller Patricia Espinosa y todo el equipo que conducirá la política exterior; que para qué se mete con Chávez si sabía que es un hombre que no se queda callado y se ampara en la fuerte presencia y popularidad que tiene en el subcontinente; que qué manera tan ‘nalgapronta’ –alguien lo dijo así-- de quedar bien con Estados Unidos; que… En fin, hemos leído y escuchado tantas interpretaciones en ese sentido –que en su mayoría dejan mal parado al presidente mexicano-- que, repito, me parece que se está exagerando.

No creo que el pleito con Chávez le quite el sueño a Felipe Calderón. Y tan no se lo quita que, a diferencia de Vicente Fox, no se ha callado ante las burlas y los improperios de Chávez, a quien –el viernes-- llamó indirectamente “valentón”, para luego invitarlo a dialogar, pese a las diferencias, “sin caer en exabruptos o descalificaciones personales”.

Es cierto que Calderón y su gabinete, como están empezando su aventura al frente del gobierno, evidencian inexperiencia y dan pasos erráticos en las complicadas lides diplomáticas. Pero no me parece que ese sea un argumento sólido, o al menos el fundamental, para explicar la conducta del presidente en Davos.

Por qué no pensar que todo fue calculado, incluidos los riesgos. Calderón sabía dónde estaba parado, a quién se dirigía, quién lo escuchaba y cuál era el mensaje que quería dejar. En ese impresionante espacio de los Alpes suizos se reúnen cada año presidentes, poderosos hombres de empresa y líderes internacionales en todos los ámbitos, para darle una repasada y repensada a la agenda pública internacional. Tampoco era la primera vez que Calderón acudía a Davos: cuando era presidente del PAN fue invitado como parte de los cien líderes internacionales del futuro. No puede pensarse entonces que fue una falta de materia gris lo que lo impulsó a confrontarse con Chávez.

Si me apremian, hasta podría decir que hábilmente Calderón se montó en la popularidad y el arraigo subcontinental de Chávez para ganar reflectores. Publicidad gratuita aun a costa de llevarse encima epítetos y calificativos muy del venezolano, como ese de “caballerito” e “ignorante”, y aun las críticas del presidente brasileño Luiz Inacio “Lula” da Silva, o del dirigente de la OEA, José Miguel Insulza, a quien el propio Chávez había calificado abiertamente como “pendejo”.

Pero no era eso lo que le importaba a Calderón sino, como lo han hecho los presidentes que le antecedieron y que han ido a Davos (Salinas, Zedillo y Fox), la idea era mostrar al país, ofrecerlo como espacio idóneo para la inversión. La intención de hacerlo en esa poco ortodoxa forma era, me parece, llamar la atención y empezar a hacerse presente en el concierto internacional. Simplemente. Los efectos, como la folclórica respuesta de Chávez –no exenta de razón cuando señala que el modelo económico de México poco hace para abatir la pobreza-- y las fuertes críticas en el país –que sugieren un desprecio a los “hermanos de América Latina”--, realmente tienen sin cuidado al michoacano.

Lo que subyace en la conducta del presidente es, ni más ni menos, un absoluto pragmatismo. Porque, ¿qué tanto le importa a Calderón –y desde hace buen rato a la política exterior mexicana-- la cada vez menos entendida “unidad latinoamericana”? Porque, qué tanto le importa a México y a sus gobernantes, en términos económicos y políticos, la relación con Venezuela, con Bolivia, con Ecuador, con Cuba y anexas? La defensa de Lula a Chávez en Davos era obvia. Entre ellos y sus países hay vínculos políticos y económicos estrechísimos –sobre todo a partir de la reciente incorporación de Venezuela al Mercosur-- que no los hay con México.

A Calderón y a México le importan más, obviamente, Estados Unidos, los países de Europa y aun los asiáticos, China sobre todo. Es decir, los que compiten con México, los que tienen posibilidades de invertir, hacer negocios, traer tecnología y generar empleos aquí. En esa lógica, sin los prejuicios de la fraternidad latinoamericana, se mueve Calderón. Y no es que sea una cosa personal. La propia historia de las relaciones comerciales, y la necesidad de una inserción más sólida en los mercados internacionales, lo llevan a eso.

Simplemente para dimensionar: en el 2005 México importó mercancías de Estados Unidos por 118 mil 547 millones de dólares y le exportó bienes por 183 mil 563 millones. Nada que ver con los 783 millones que ese año le compró a Venezuela o los mil 289 millones que le vendió. Mucho menos con las importaciones por 30 millones de dólares que llegaron de Bolivia –otro de los países criticados por Calderón-- o los 37 millones que le exportó. Todavía con Brasil las cifras son más respetables –importaciones por 5 mil 214 millones y exportaciones por 890 millones--, pero que no logran compararse con las de los principales socios europeos, como España, Alemania e Inglaterra.

Así las cosas, lo único que hizo Calderón fue montarse en la lógica de que las realidades y las necesidades económicas van por encima de algunos principios doctrinarios de política exterior, que hay que revisar, por cierto, a la luz de los cambios dramáticos que ha experimentado el mundo. Nos guste o no.

Entonces, insisto, no hay razón para rasgarse las vestiduras. Y más cuando ante la radicalización de Chávez, Calderón tiene la oportunidad de ganar presencia, para él y para el país, entre los países avanzados, que son los que realmente le interesan. Lo que hay que hacer, en todo caso, es emprender un análisis más sereno y ver si la agenda de política exterior nacional –si la hay-- es compatible con la de aquellos países, sobre todo con la de Estados Unidos.

Eso es lo que nos debe preocupar –porque en una de ésas podemos quedarnos colgados de la brocha--, y no los pleitos callejeros que tanto le gustan a Hugo Chávez. (2 de febrero de 2007)
::: Jeff Anderson vs. Norberto Rivera
::: Calderolandia
::: Calderón, compulsivo y sin guión
::: Justicia, no demagogia
::: Sojo: El que calla, otorga
::: Terrorismo de Estado
::: Apuestas, el poder del dinero
::: La violencia invisible
::: Operativos: Cuentas a medias
::: La herencia de la madrastra


Comentarios: cgacosta@proceso.com.mx

jueves, enero 18, 2007

El yunque peligroso Hipocrita

El PRD, aliado a El Yunque

Itinerario Político
Ricardo Alemán
18 de enero de 2007

Alguien debería informarle al PRD el significado de la alianza que se proponen con la ex panista Ana Rosa Payán

No tendría nada de extraño que el partido político que dice defender los postulados de la izquierda mexicana, el PRD, pretenda una alianza con la ex panista Ana Rosa Payán Cervera. Sobre todo porque en años y elecciones recientes el de la Revolución Democrática ha dado sobradas muestras de que la última de sus prioridades es la congruencia ideológica de sus dirigentes, militantes y aspirantes a puestos de elección popular.

Lo único que importa es el caudal de votos que puedan acarrear a sus filas y franquicia. Lo único que vale es el poder por el poder, sin importar ideologías, pasados cuestionables, incongruencias políticas y desviaciones doctrinarias. Mientras signifique votos, todo es bueno para el PRD, sobre todo en entidades como Yucatán, donde su franquicia es prácticamente inexistente.

Tampoco son nuevas las alianzas electorales del PRD con el PAN -esos dos partidos se aliaron hace seis años para echar al PRI del poder en Yucatán-, como tampoco asusta a nadie que lo más cuestionado del PRI ahora sea parte de la lustrosa burocracia dizque izquierdista. Los amoríos políticos entre militantes salidos de PAN, PRD y PRI son, en la peculiar política mexicana, parte del paisaje cotidiano, porque en el diseño estratégico de todos ellos se entiende, sin más, que de tanto en tanto es necesario compartir la cama con el adversario.

Pero por lo menos alguien debía informarles al señor Leonel Cota Montaño, dirigente formal del PRD, a sus líderes históricos y a la militancia en general, sobre el significado de la alianza que se proponen al coquetear electoralmente con la ex panista Ana Rosa Payán Cervera, una mujer y política respetable y de profundas convicciones con su doctrina de ultraderecha, severa crítica de la izquierda, ya no se diga de la candidatura de Andrés Manuel López Obrador.

Por lo menos para justificar el vociferante discurso lanzado por el PRD contra la derecha y la ultraderecha del PAN, contra el Yunque, organizaciones que ahora pretenden promover mediante la alianza con la reconocida lideresa yucateca.

Y debemos insistir, Ana Rosa Payán Cervera es una muy respetable mujer metida a la política, sin tacha en su desempeño político y personal, de muy profundas convicciones, para quien quedaron cancelados los caminos políticos en su partido, el PAN. Pero también se debe decir que su formación ideológica -que tampoco está en cuestión, se orienta con el pensamiento de la derecha extrema, que es o debiera ser la postura antagónica de la izquierda.

En su libro El Ejército de Dios, el periodista Álvaro Delgado documenta (página 188) la militancia de Ana Teresa Aranda en organizaciones de ultraderecha, como la Asociación Cívica Femenina (Ancifem), y la relación de esa agrupación con el Yunque -que era su versión masculina-, y con reputados militantes de El Yunque como Luís Felipe Bravo Mena, ex presidente del PAN. Dice Álvaro Delgado de Ana Teresa Aranda: "Fue jefa de prensa de Ancifem cuando Yuya presidió la asociación, y con Rosa Hernández, otra lideresa de afiliación pedemista. Fue compañera también de Cecilia y Gabriela Romero, de María de los Ángeles Bravo (hermana de Luis Felipe Bravo Mena), Ana Rosa Payán y Patricia Garduño, todas de El Yunque femenino".

Ana Rosa Payán, por si no lo saben los perredistas, coordinó la campaña de Luís Felipe Bravo Mena a la presidencia del PAN, en 1999, y fue una de las más entusiastas impulsoras de la llegada a ese mismo cargo, de Manuel Espino, hoy presidente del PAN. Todo su trabajo político, tanto en el PAN como al margen del partido, lo ha desarrollado en organizaciones confesionales y de extrema derecha -como Ancifem, Movimiento de Cursillos de Cristiandad, Comunicad de Profesionales Católicos, y otras-, que según la cultura de la izquierda perredista son la "peligrosa extrema derecha".

Cuando en el PAN se perfiló la elección interna para seleccionar al candidato presidencial, ese poderoso grupo femenil del PAN hizo una apuesta diferenciada; un sector apoyó a Felipe Calderón, como fue el caso de Arna Teresa Aranda, y otro a Alberto Cárdenas, como fue el caso de Ana Rosa Payán. En casi todos los casos la apuesta era contra Santiago Creel. Cuando resulta ganador de la contienda Felipe Calderón, la señora Payán Cervera entra en colisión -por su apuesta a Cárdenas y su cercanía a Espino-, con los calderonistas yucatecos, entre ellos Xavier Abreu Sierra, quien junto con la hoy secretaria de Sedesol, Beatriz Zavala Peniche, fueron los artífices de la campaña de Calderón en Yucatán.

Ayer decíamos en este espacio: "Pero la señora Payán no tomó en cuenta un pequeño detalle; que una vez pasada la elección presidencial y que el PAN retuvo el poder a través de Felipe Calderón, había llegado el momento del cobro de facturas". Los calderonistas le cerraron el paso al gobierno yucateco, y Manuel Espino, el presidente del PAN, la dejó colgada de la brocha. Y el PRD la quiere hoy como su candidata.

aleman2@prodigy.net.mx

miércoles, diciembre 27, 2006

La extrema derecha se queda con Notimex

Estrictamente personal
Raymundo Riva Palacio
27 de diciembre de 2006

El diablo muestra la cola
De manera abierta, la extrema derecha quiere quedarse con Notimex, la agencia de noticias del Estado mexicano, para fines facciososL ucha de casi dos décadas, en el último año del presidente Vicente Fox se logró que la agencia Notimex dejara de ser un órgano oficialmente de gobierno y pasara a convertirse en uno de Estado. El cambio no era menor. Dejaría de regirse formalmente por los designios del gobierno en turno, un proceso que comenzó informalmente hace tiempo, y pasaría a quedar en manos de quienes la sostienen con sus impuestos: la gente.
El director de la agencia dejaría de ser un nombramiento vertical del presidente en turno y tendría que ser aprobado por el Senado, garantizando de esa forma la pluralidad que se le exige a un medio de Estado, y la inclusión para todas las voces, corrientes ideológicas, políticas e ideas. Lo que parecía transitar por buen rumbo hacia una nueva etapa de construcción democrática se atoró a finales del sexenio por la necedad de la extrema derecha incrustada en el foxismo de quedarse con Notimex, que hoy se encuentra en el limbo.Un estupendo periodista, ejemplar profesional que ayudó a levantar a El Financiero, uno de los periódicos más influyentes en los estertores del autoritarismo mexicano, Alejandro Ramos, se perfilaba como el candidato más fuerte y reconocido en el medio para encabezar la nueva etapa democrática de Notimex, pero se le atravesaron en el camino. Enrique Aranda, el entonces subsecretario de Medios bajo Carlos Abascal, secretario de Gobernación, quien fue el director de Notimex durante una buena parte del sexenio foxista y quien logró concretar el tránsito de agencia de gobierno a agencia de Estado, se quería quedar con el pastel que él contribuyó a hornear. Parecía como si hubiera hecho todo, con el apoyo de la extrema derecha en el gobierno para que, al final, él y la extrema derecha se quedaran con Notimex, que es el medio mexicano con la estructura informativa nacional e internacional más amplia y consolidada.Aranda contaba con el pleno respaldo de Abascal, y se quedó con el nombramiento presidencial en las manos. No se atrevieron a presentarlo al Senado en las postrimerías del foxismo por el temor, quizás, de que fuera rechazado. El entonces líder del Senado, Enrique Jackson, decía en privado que jamás dejarían pasar el nombramiento de Aranda. Les parecía una afrenta la sugerencia de que él fuera el primer director de la agencia de Estado, y un cierto cinismo que ese grupo fundamentalista pretendiera burlarse de esa forma de la Cámara Alta. En el pasado y en el presente, ese grupo había demostrado que no son tipos de confiar.
Aranda forma parte de una generación de jóvenes reporteros que nacieron en el desaparecido El Heraldo de México, donde se juntaron algunos miembros de la extrema radical encabezados por los ideólogos Luis Felipe Coello -que perteneció al inefable MURO- y Víctor Manuel Sánchez Steinpress, eternos gladiadores contra el artículo tercero constitucional. Aranda, como algunos otros comunicadores en el gobierno de Felipe Calderón, pertenecían al Opus Dei, y varios de ellos se involucraron con la organización política de extrema derecha conocida como El Yunque. Conforme fueron llegando al poder en el foxismo, empezaron a mostrar de qué estaban hechos. Las señales salieron principalmente desde noviembre de 2005, cuando la extrema derecha incrustada en medios empezó a pertrecharse. Desde su puesto como subsecretario de Gobernación, Aranda envió a coordinar las oficinas de la agencia en Europa a Joel Muñoz Serrano, miembro de El Yunque. No sólo fue una intromisión en la agencia que no se había visto en más de dos sexenios -donde las comisiones eran plena responsabilidad del director en turno-, sino altamente negativa en términos periodísticos y administrativos. Como no se veía desde el gobierno de Miguel de la Madrid, Muñoz Serrano dictó consignas, como criticar en forma permanente al gobierno socialdemócrata español de José Luis Rodríguez Zapatero, y ensalzar toda expresión de la Iglesia católica en contra de él. Aranda designó también a un corresponsal exclusivamente para cubrir el Vaticano, Andrés Beltramo, hermano de Carlos, quien es secretario ejecutivo de la ultraderechista Alianza Latinoamericana para la Familia, y cercano a la entonces secretaria de Desarrollo Social Ana Teresa Aranda, prima de Enrique. También envió como corresponsal a Pamplona, donde no hay medio extranjero en el mundo que mantenga un representante en forma permanente, a Guillermo Velasco, ex portavoz de Marta Sahagún e hijo de Guillermo Velasco Arzac, uno de los principales ideólogos de la derecha desde hace más de 20 anos.
Velasco fue promovido a coordinador regional en Europa justo un día antes de que terminara el sexenio de Fox, como consecuencia de una serie de atropellos e irregularidades administrativas en las cuales se vio involucrado Muñoz Serrano. De acuerdo con información interna de Notimex, tanto el gobierno español como la Policía de Extranjería ante el Palacio de la Moncloa -sede del gobierno español- se quejaron insistentemente de Muñoz Serrano, y varios miembros del personal español que trabajaba en la oficina de Madrid lo denunciaron ante el gobierno local por "mobbing" (acoso sicológico en el trabajo).Al sumarse la anomalía de haber ingresado recursos de la agencia en su cuenta bancaria personal, Ingrid Negrete, que fungía como directora del área internacional, instigó una indagación por parte de Control Interno de Notimex. Negrete fue despedida posteriormente por el relevo de Aranda, Aurelio Bueno, sin haberse podido establecer si esa acción fue consecuencia de su iniciativa. El nuevo nombramiento de Velasco, sin embargo, duró poco. Al tomar posesión el nuevo subsecretario de Medios, Juan María Naveja, Muñoz Serrano fue restituido en su cargo, amenazando a todos aquellos que quisieran denunciarlo.
No está claro tampoco si Naveja actuó al tanto de todos estos detalles, o si meramente relevó a Velasco -y encontró en la reinstalación una salida fácil- por el pasado lacerante de haber sido tan estrecho colaborador de la ex primera dama.Lo que sí está claro es que Notimex no puede permanecer a la deriva justamente en el momento en que puede dar ese gran paso a convertirse real y formalmente en una agencia de Estado. Notimex es la voz de México en el mundo, y durante años ha servido nacionalmente como hilo articulador de información, contribuyendo sólidamente a llenar los espacios que anteriormente ocupaban los rumores. Muchos trabajaron para quitarle el tufo de órgano oficial, en ocasiones desafiando al gobierno en turno. Muchos, varios de los cuales ocupan hoy posiciones ejecutivas en diversos medios mexicanos o fueron incorporados a las plantillas de periódicos como The New York Times o The Wall Street Journal, han contribuido largamente a que Notimex sea una voz plural, libre y autónoma, ajena a intereses facciosos y filias ideológicas. Eso es lo que está pretendiendo revertir la extrema derecha todavía; eso es lo que se debe evitar.

rriva@eluniversal.com.mx
r_rivapalacio@yahoo.com

viernes, diciembre 15, 2006

Diputado pirrurris

Jorge Camil

Se dan en todas partes los burridiputados. Algunos dicen que florecen en las macetas del Palacio Legislativo, y como no tienen derechos de autor se los adjudican todos los partidos políticos: el PRI, el PRD y ahora, en todo su esplendor, el PAN. El peligro es que en el ejemplo actual el rebuzno salió de la presidencia de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, donde se prepara el primer presupuesto del nuevo gobierno, que será la carta de presentación de Felipe Calderón; el documento que muestre por vez primera los valores y prioridades del nuevo gobierno. Los renglones de un presupuesto dicen más que mil palabras: aumento al Ejército y cuerpos de seguridad: mano dura; reducción a universidades y actividades culturales: pobre concepto del intelecto en el nuevo gobierno. Hoy, las prioridades del régimen son "seguridad e inversión", ¡sin cultura! En el pasado, cuando el PRI tuvo el monopolio de los diputados, aquellos que votaban a ciegas por todas las iniciativas presidenciales, el pueblo los identificó con los "borregos", por su natural inclinación a seguir al rebaño, y los "burros", porque con perdón de esos nobles animalitos de carga, cada vez que abrían la boca decían una burrada. Y ahora viene este señor Raúl Padilla Orozco, después del "gobierno del cambio" que nos regresó a la edad de piedra en materia cultural, a confirmar el estereotipo. (Perdón, señor diputado, no me refiero a un equipo de sonido, por aquello del "estéreo", estoy criticando su beneplácito por el recorte al presupuesto de la UNAM.)

El comentario de Padilla se presta a muchas interpretaciones, todas ominosas. Podría ser de corte racista, clasista o fascista, que todos esos signos se nutren de la misma vertiente ideológica: "cierren la UNAM, semillero de comunistas revoltosos" o, como diría El Pirrurris, "de nacos, ¿ves?" (Padilla desconoce el estupendo desempeño del rector Juan Ramón de la Fuente, que ha restaurado el prestigio internacional de la UNAM a la gloria de sus mejores tiempos.) El comentario de Padilla podría estar confirmando la vocación autoritaria y elitista del régimen, o su desprecio por la máxima casa de estudios: "cierren las puertas de la cultura al pueblo; que accedan a las universidades los señoritos", mientras más católicos y guadalupanos mejor. (¿Cuántos egresados de la UNAM hay en el gabinete?) No sé qué edad tenga Padilla (ni me interesa), pero como ex integrante del consejo de la Universidad Autónoma de Guadalajara, ligada a los Tecos y El Yunque, posiblemente recuerde con igual beneplácito la figura dictatorial de Gustavo Díaz Ordaz, que desde esa ciudad extendió una "mano amiga" a los estudiantes del 68 antes de la masacre de Tlatelolco. Por La Jornada me enteré de que Padilla es contador, lo que podría explicar el problema, porque quizá sea de esos obtusos "tenedores de libros" que en Estados Unidos se conocen como bean counters (contadores de frijolitos), un término que en México se podría traducir como "cuentachiles". ¿Cómo esperar, entonces, que reconozca la enorme influencia cultural de la UNAM en la historia de México: los brillantes médicos, arquitectos, veterinarios, ingenieros, abogados, escritores, músicos, periodistas e investigadores de carrera que crearon la estructura del México moderno? ¿Qué hacer con Ignacio Chávez, Manuel Velasco Suárez, Clemente Robles, Luis Padilla Nervo, Javier Barros Sierra, Carlos Lazo, José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet, Antonio Carrillo Flores y Mario Molina, premio Nobel de Química 1995?

En 1980, al imponer la medalla Belisario Domínguez a Luis Padilla Nervo el senador José Blanco reconoció que "los pueblos que guardan veneración a sus sabios y a sus héroes son pueblos que reafirman su dignidad". ¿Desea Padilla cerrar los institutos de investigaciones y acabar con la Orquesta Filarmónica de la UNAM? ¿Quiere echar a la calle a 285 mil estudiantes que cursan 79 carreras y 40 posgrados, para convertirlos en carne de cañón de los renovados y bien presupuestados cuerpos de seguridad? ¡Bravo por Héctor Larios y por Josefina Vázquez Mota! ¡Y bravo también por los diputados de PRI, PAN y PRD que votaron en contra del recorte! Lo increíble es que Padilla, el elitista, ignora las relaciones de su partido con la UNAM, porque Manuel Gómez Morín, fundador del PAN, fue rector de la máxima casa de estudios, doctor honoris causa de la misma y promotor de la lucha por la autonomía universitaria. Por eso, en un acto de nobleza, Héctor Larios reconoció en carta dirigida a Carmen Lira, directora de La Jornada, que la mayoría de los legisladores panistas son egresados de universidades públicas. Debo informar a Padilla que soy orgullosamente egresado de la Facultad de Derecho de la UNAM, y que con esa calidad fui admitido al programa del doctorado en derecho de la Universidad de Houston sin examen de admisión, por venir de una de las pocas universidades extranjeras que en ese tiempo gozaban de reconocimiento automático en el sistema educativo estadunidense. Padilla debe dejar el cargo y la UNAM protestar en San Lázaro. ¡Por mi raza hablará el espíritu!

viernes, noviembre 10, 2006

Enterate: Resistencia Civil en Mexico

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La PFP fue alcanzada por la crisis política heredadad por el gobierno de Fox
foto: germán canseco
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Vergonzosa derrota
jorge carrasco araizaga

México, D.F., 3 de noviembre (apro).- La Policía Federal Preventiva (PFP), un cuerpo de militares destinado a funciones de seguridad pública, fue alcanzado por la crisis política que hereda el gobierno de Vicente Fox. A diferencia de otras crisis de fin de sexenio, dominadas por la inestabilidad económica, las complicaciones que deja Vicente Fox son de carácter político con peligrosos componentes violentos. La crisis social en Oaxaca, que ya no tiene que ver sólo con la permanencia o no del gobernador Ulises Ruiz, involucró ya a los militares, que tanto se resistieron –sobre todo en el Ejército– a verse implicados en un conflicto político. Fuera de la disposición que mostró la Marina para enfrentar directamente el conflicto, cuando entre fines de septiembre y principios de octubre realizó vuelos sobre las zonas controladas por la disidencia oaxaqueña, las Fuerzas Armadas mexicanas formalmente no son actores centrales en el conflicto, aunque han facilitado la logística para la llegada y desplazamiento de la PFP en Oaxaca. Por tener personal comisionado en la PFP, lo que le ocurra a ese cuerpo policiaco-militar afecta directamente al Ejército y la Marina. Por eso, la derrota que sufrió ayer a manos de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), lastimó lo que en las instituciones uniformadas se llama el “espíritu de cuerpo”. Las escenas de los militares metidos a policías derrotados en una batalla campal que se registró en las afueras de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, es la mejor muestra de cómo la incapacidad política del foxismo arrastró a las instituciones armadas.
Incluso, oficialmente se reconoció que hubo más heridos de la policía que de la APPO.
La “soldadesca gris”, como califica la guerrilla del Ejército Popular Revolucionario (EPR) a los elementos de la Federal Preventiva, fue vencida en las calles de Oaxaca y obligada a replegarse, en un golpe a quienes están formados en el orgullo militar. No se sugiere aquí, ni mucho menos, que para no sentir lastimado el orgullo militar la PFP hubiera salido a reprimir con fuego a los miembros de la APPO. Lo importante por decir es que la PFP, como elemento disuasivo, resultó un fracaso. Y no hubo ninguna novedad en ello, pues cuando el gobierno foxista decidió echar mano de ella, ya era demasiado tarde. La llegada de la PFP a Oaxaca, el domingo 28 de octubre, ocurrió mucho después de que la disidencia oaxaqueña se radicalizara y, de acuerdo con informes de inteligencia, fuera infiltrada tanto por el EPR como por otras organizaciones guerrilleras. El elemento disuasivo a esas alturas resultaba inoperante, como quedó comprobado en la primera semana de presencia de la Federal Preventiva, que por definición se trata de un cuerpo destinado a prevenir actos contra el orden social. Creada en el sexenio de Ernesto Zedillo y adscrita inicialmente a la Secretaría de Gobernación cuando estaba a cargo de Francisco Labastida, la PFP se integró con marinos y miembros del Ejército que fueron comisionados para enfrentar la creciente inseguridad pública en el país. Su propósito, dijeron entonces, era que esos militares capacitarían a civiles que los reemplazarían. No ocurrió así. Al contrario, se reforzó la presencia militar en ese cuerpo, que ha sido utilizado más como un recurso político que como un verdadero elemento disuasivo. Cuando Vicente Fox llegó a la presidencia de la República, el Congreso de la Unión le aprobó que la PFP saliera del ámbito de Gobernación y pasara a formar parte de la Secretaría de Seguridad Pública. La gestión de esa dependencia ha resultado desastrosa. Alejandro Gertz Manero se pasó casi cuatro años sin lograr una política de seguridad pública federal. Su sustituto, Ramón Martín Huerta murió en un sospechoso, o por lo menos no aclarado accidente aéreo. Y Eduardo Medina Mora, resultó el más improvisado de todos. Empresario que tuvo en suerte ser nombrado director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), pasó desde ese organismo a hacerse cargo de la seguridad pública federal. Para sus nuevas tareas se llevó del Cisen a dos subdirectores del organismo, Ardelio Vargas y Rafael Ríos, dos funcionarios que durante más de 20 años habían cumplido funciones de investigación policial civil, muy lejos de lo que significa la operación de un cuerpo uniformado. Medina Mora designó a Ardelio Vargas jefe del Estado Mayor de la PFP. Su inexperiencia en el terreno la pagó cara ayer, pues fue el responsable del estrepitoso fracaso. En línea de mando, el siguiente fue Medina Mora y así hasta llegar al propio Fox, pasando por el encargado de la política interior del país, el secretario de Gobernación, Carlos Abascal. A esta derrota se suma una preocupación mayor: que el conflicto siga escalando y, ante el fracaso de la disuasión, los militares se involucren ahora sí de forma directa.

Comentarios: jcarrasco@proceso.com.mx
Carstens, deslinde necesario
carlos acosta córdova
México, D.F., 26 de octubre (apro).- La incorporación de Agustín Carstens como coordinador del programa económico del presidente electo, Felipe Calderón, ha hecho correr ríos de tinta en medios impresos y ha ocupado grandes espacios en radio, televisión e internet. En el balance, han sido más las opiniones favorables que las voces que se manifiestan en contra.

Una y otra posiciones, sin embargo, como han sido de botepronto –algunas inclusive precipitadas--, carecen de un sustento sólido, y es natural, pues no hay nada en lo dicho por el, sin duda, próximo secretario de Hacienda, que dé certeza sobre lo que realmente va a hacer el nuevo gobierno en materia económica.

Las opiniones a favor de Carstens remiten a sus credenciales académicas sobresalientes y a su paso por la administración pública: licenciado por el ITAM, maestro y doctor por la Universidad de Chicago, y un paso notoriamente vertiginoso y ascendente por el Banco de México, de casi 20 años, y uno mucho más breve como subsecretario de Hacienda en el actual gobierno. No hay que olvidar, por supuesto, sus cargos en el Fondo Monetario Internacional (FMI), primero como director ejecutivo y, después, como subdirector gerente, que lo convirtió en uno de los segundos de a bordo del jefe máximo del organismo internacional.

Dichas prendas, además de su disposición y habilidad para negociar con legisladores, son suficientes --a decir de quienes celebran la llegada de Carstens, incluida la Iglesia-- para garantizar una política económica sin cambios drásticos, de estabilidad macroeconómica, de tranquilidad en los mercados y confianza en los inversionistas nacionales y extranjeros.

En el otro extremo, el arribo de Agustín Carstens es sinónimo de “más de lo mismo”: de énfasis en la macroeconomía y desprecio por la microeconomía; de más atención a las variables macro y desdén por los rezagos sociales; de continuar con los privilegios para unos cuántos y de hacer destino de vida, la penuria, el cinturón apretado, para los más.

Dicen los críticos: ¿Qué más puede esperarse de un tecnócrata consumado, para colmo exfuncionario del FMI y egresado de la Universidad de Chicago? La sola mención de ambas instituciones –sugiere la interpretación de quienes están en contra-- remite a lo peor: por un lado, las condiciones draconianas y los ajustes dramáticos que históricamente ha impuesto el organismo para apoyar con algunos centavos a las economías subsdesarrolladas. Por el otro, sobreviene el fantasma de los chicago boys, émulos de Milton Friedman, apóstoles de los ajustes económicos drásticos, de la reducción del gasto fiscal, de la mínima intervención del Estado en la economía y de la preeminencia “del mercado”, de los agentes económicos privados, en la configuración del destino económico del país.

Me parece que una y otra posiciones, aunque válidas y necesarias para el debate público, son aventuradas. Ni sus prendas académicas y laborales garantizan una economía sin sobresaltos ni sorpresas, ni puede descalificarse a Carstens por su origen académico y su reciente trabajo en el Fondo Monetario Internacional.

Hay mucho camino por andar. Primero deben conocerse los planteamientos concretos de políticas públicas en materia económica. Luego, la manera en que éstas deberán sortear un camino endiabladamente tortuoso –un Congreso sin mayoría; poderosos intereses económicos y políticos operando para sí; crecientes presiones sociales, capaces de abortar cualquier decisión gubernamental, entre otros-- para llegar a buen puerto. La prueba de fuego estará en la confección del presupuesto y la política de ingresos para el año próximo. Su orientación y sus prioridades develarán, y sólo entonces, la verdadera concepción económica de Carstens y del nuevo gobierno, lo que realmente propone para el país, lo que pretende hacer para, a ver si ahora sí, cumplir lo que tanto se prometió en campaña.

Porque declaraciones de Carstens ha habido a pasto y no puede definirse a partir de ellas un rumbo cierto para el país, no sólo en los aspectos económicos sino, lo que más urge, en los sociales: no puede el país seguir naufragando en la terrible inequidad existente.

Y digo que las declaraciones a veces no sirven para gran cosa, porque un día Carstens dice que no habrá “más de lo mismo”, pero insiste en que la presencia del Estado en la economía debe estar acotada y que se debe dejar jugar más libremente a la iniciativa privada. ¿Cómo garantizar que no se repitan experiencias fatales como la reprivatización bancaria o la concesión de servicios carreteros a particulares? Otro día sugiere que hay que acabar con los monopolios, y cualquiera se pregunta cómo hará ceder a Telmex o a Televisa, por señalar dos de los más visibles. También ha criticado al sistema bancario por su pírrica aportación a las actividades productivas, pero no adelanta cómo enfrentará la voracidad de los bancos, acostumbrados a las ganancias fáciles.

Además de ello, Carstens deberá hacer algunos deslindes necesarios. ¿Cómo quitarle al público la idea de que llega también para “cuidarle las espaldas” a Gil Díaz, quien lo promovió y destapó como su posible sucesor desde principios de año? ¿Cómo explicará que él, Carstens, haya sido el que, en el papel, autorizó finalmente la operación de venta de Banamex a Citigroup a través de la Bolsa de Valores para no pagar impuestos? ¿Qué cuentas dará del cabildeo y las intensas negociaciones –al final, fallidas-- con el Congreso, para que aprobara la reforma fiscal original propuesta por Fox, en la que se incluia el IVA a alimentos y medicinas?

No sólo eso. También tendrá que definirse ante el cochinero que deja Gil Díaz en las aduanas, los negocios oscuros de ISOSA y otros fideicomisos.

A Carstens hay que darle el beneficio de la duda respecto de su desempeño futuro como secretario de Hacienda, pero también hay que exigirle definiciones, como ésas, para bien de la salud pública.

Comentarios: cgacosta@proceso.com.mx

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